No me sale la voz para rebatirte cuando dices que tienes que
marcharte, que no hay sitio para ti. El panorama no es muy prometedor con un
par de muertos en el museo judío de Bruselas, unos niños tiroteados a la puerta
de un colegio en Francia, el supermercado kosher de París y los neonazis
campando a sus anchas en los países escandinavos y Hungría. Le Pen fuerza más
votada y un ministro de defensa recién nombrado en Grecia que es miembro de
Amanecer Dorado.
No corren buenos tiempos para ti y los tuyos.
Deseo que allá donde vayas nunca abandones el camino
correcto en el que andas y que lleves el consuelo a los pacientes que trates,
que nunca pierdas la humanidad ni la caridad y que no olvides que los médicos
somos instrumentos para aliviar el dolor, del cuerpo y del alma, sobre todo del
alma. Ojalá hables a tus hijos de que las mañanas de primavera huelen a flores
en Madrid.
Yo por mi parte me quedo en algún punto de esta Europa
herida, que sigue sin encontrarse. Seguiré protestando, recordando y luchando
por hacer de ella un lugar al que puedas volver, al que los tuyos puedan volver
para compartir canciones, poemas, vino y rosas. Tampoco vienen tiempos fáciles
aquí, pero siento que debo permanecer ahora sí, alzando la voz, cuidando
vuestro sitio.
Para que pasado un tiempo, si quieres y lo eliges, puedas
venir a vivir en paz y poner flores en mi tumba.