miércoles, 18 de junio de 2014

Cambio de rumbo


Hay un código en el mar que intuyo pero aún no comprendo. Las noches de navegación se reparten entre todos, los que saben claro está. Yo sólo se ordenar las zonas comunes, preparar bocadillos y café y contar historias, aunque de esto último todavía no he tenido ocasión. 
A mi izquierda tengo las montañas del Peloponeso, que desde aquí se parecen a cualquier otra y no a una tierra repleta de pueblos antiguos, guerras y mitos. Me decía Christos que, a diferencia de la tradición del Libro en la que Dios creó al hombre a su imagen, los griegos crearon a los dioses a semejanza del hombre y por tanto los hicieron estar sujetos a las pasiones humanas. Me contaba esto mientras contemplábamos una pintura Macedonia hecha con los trazos más delicados que podáis imaginar, en la que Hades raptaba a Perséfone. 
Vamos camino a cruzar el canal de Corinto. Ayer Carlos, como si hubiera entrado a revolver en el cajón de mis sueños, decidió poner rumbo a Itaca y pasar estos días, los míos, en las islas Jónicas. Llevo camino suficiente como para no encontrarla pobre ni abandonada. 



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