lunes, 7 de abril de 2014

Crónicas alemanas (1)

La cena de anoche
Creo que más que para unos correos, mi estancia en Alemania va a dar para escribir un libro pero de los gordos.
Anoche fuimos a cenar con el profesor de Hamburgo.
Para ello me había traído yo ropa para cambiarme e ir un poco más arreglada a la cena (sencilla y elegante) pero cuando vi que mis compañeros conservaban sus vaqueros, sus zapatillas y ¡sobre todo que no falten!, sus camisas de cuadros, decidí dejar la ropa para mejor ocasión (que dudo que sea en este país, visto el mal gusto que profesan a la hora de vestir) y me limité a echarme colonia. Estoy haciendo un contaje y algunos compañeros, o tienen todas las camisas iguales, o no se las cambian en varios días.
Tras recoger al hombre en la estación de tren, lo acompañamos a su hotel para que dejara la maleta y de allí nos fuimos a cenar, que ya era hora, porque pasábamos de las 8. A la cena fuimos sólo los profesores titulares, el jefe y el invitado: a saber, me fui yo sola con 5 germanos.
Tras intentar ir a un biergarten, que es algo así como un bar muy rústico con mesas al aire libre, tuvimos que rechazar la idea, porque todos los habitantes de Erlangen habían decidido tirarse a la calle al mismo biergarten debido a que era el primer día que no llovía en 4 semanas.
Dirigimos nuestros pasos a lo que (ellos) llamaban un restaurante mexicano, en el que no tenían ni Coronita y la comida era precocinada. Cuál fue mi sorpresa cuando aparece la camarera y nos empieza a cobrar uno por uno! Yo no daba crédito, imaginaros, me invitan a cenar pero cada uno se paga lo suyo, o sea, que en realidad me invitaron a acompañarles a cenar. Y todos tan normales, eso sí.
A las 9 y media habíamos terminado de cenar y, creo que por pena, me llevaron a tomar una copa de vino porque mi jefe se había quedado con el remordimiento de que le había dicho el día anterior que a mí me gusta el vino y en el mexicano habíamos pedido cerveza. Al final fui sólo yo la que tomó vino en el bar que encontramos, y es que ellos siguieron a cerveza, que de cada una que se toman se pimplan medio litro. Esta vez, eso sí, mi jefe me invitó al vino y cada uno se siguió pagando lo suyo (incluido de nuevo el pobre profesor de Hamburgo que estoy casi segura que se ha pagado también su tren y su hotel, pobrecico, amén de dar la clase magistral esta mañana).
Una vez acabado mi vino y sus cervezas, volvimos al instituto de Anatomía para coger el coche, porque me llevaban a casa. Antes de ello despacharon al invitado con 2 explicaciones de dónde encontrar su hotel (nada de acompañarle hasta la puerta, que se haga un hombre y si se pierde que pregunte, coño).
Llegados al instituto, mi jefe me abre el coche y me dice que espere un segundo que van al baño todos (el baño fueron unos árboles, os juro que se echaron una meada de litro de cerveza en los árboles de la entrada de la facultad y se quedaron más anchos que largos).
Ni qué decir tiene que las normas de educación más básicas para nosotros, aquí son inexistentes, podéis imaginaros después de la invitación/no-invitación y de la meada campestre colectiva. Un hombre alemán jamás te cederá el paso en una puerta ni tan siquiera te esperará: saldrá corriendo y es tu problema seguirle. Tampoco esperará para empezar a comer hasta que todos estén servidos, ni te servirá té o café o un trozo de algo: agarran la cafetera y allá se acabe el café: to’pa’ellos. Lo cual hace incómodas algunas situaciones, la verdad, porque por ejemplo no estamos acostumbradas a correr detrás de 5 tíos de casi 2 metros, que donde ellos dan un paso yo necesito 4.
De todo ello saco las siguientes conclusiones: cuando tengamos a un invitado alemán puede pagarse su comida y bebida, es autónomo para ir caminando solo a su hotel incluso en una ciudad desconocida y por la noche. Tengo que investigar la parte de los billetes de tren y del hotel. Lo único que hay que vigilar es que, una vez bebidas sus cervezas, no se nos ponga a mear en cualquier lado.


PD.- Acabo de cruzarme con Lars, el profesor de Hamburgo, que se iba solito para la estación de tren…

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